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lunes 8 de septiembre de 2014

El síndrome de esclerosis económica progresiva

El síndrome de esclerosis económica progresiva

No hay recesión  ni estanflación que valgan. No son los fondos buitres, ni el juez Griesa, ni los medios concentrados o la conspiración de los boyardos. Quien ha destruido las células-motoras de la economía  nacional es el propio gobierno con  sus obcecaciones, prejuicios, incultura, torpezas e impericias. Lo ha hecho embelesado por un resentimiento sin parangón en la historia. Ahora están a punto de lograr la parálisis total de la economía

1. UN BALDAZO DE AGUA FRIA

Es posible que muchos  de nosotros, hayamos visto las escenas del  Baldazo de agua helada o ‘Ice Bucket Challenge’. Aquél episodio donde celebridades reconocidas se someten a un baldazo de agua fría para crear conciencia sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).

ELA es una grave enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. Se origina en un ataque a ciertos centros nerviosos, llamados neuronas-motoras.  Esas células son las que envían señales e impulsos desde el cerebro a la médula espinal y de allí a los músculos del cuerpo para que funcionemos adecuadamente.

Gracias a esas neuronas-motoras  podemos: estirar las piernas, caminar, correr, saltar o subir escaleras; patear la pelota o pedalear en bicicleta;  hacer ejercicios, quedarnos parados, sentarnos, acostarnos o levantarnos de la cama;   mover los brazos  para señalar una hermosa puesta de sol, utilizar la mano para tomar un objeto, teclear en  la computadora, estrechar las manos, abrazar a un amigo,  chistar a alguien o espantar mosquitos;  llorar por una triste noticia o enjugar las lágrimas;  sonreír, reír, dar las gracias y rezar.

Al sentirse atacadas, las células-motoras disminuyen gradualmente su funcionamiento y dejan de enviar señales nerviosas a los músculos voluntarios. Los cuales, a su vez, cesan de funcionar y se atrofian por inactividad crónica. El cuerpo humano,  que es un perfecto mecanismo de movimientos complejos, termina con una parálisis progresiva de pronóstico fatal. Es el fin de todo.

Tan  tremebunda es la descripción que hacen los médicos sobre esta enfermedad que por eso temblamos de miedo. Ante el primer síntoma, tomamos medidas precautorias, porque somos conscientes de nuestra extrema fragilidad.

2. DESAPRENSIÓN POR LA ECONOMIA

Pero curiosamente no hacemos lo mismo cuando aparecen idénticos síntomas y similares agresiones en los delicados centros neuro-motores de la economía.

Aquí parecemos zombis, irracionales, lelos o pasmados.

Cuidamos mucho de nuestra salud y el aspecto exterior del cuerpo, pero padecemos una incomprensible desaprensión por la salud del organismo económico gracias al cual podemos alimentarnos, sobrevivir y recuperar la salud.

Cada día que pasa nos mostramos impasibles y despreocupados,  ignorando el más cruel ataque del que se tenga memoria contra las células-motoras de la economía nacional.

No reparamos en la circunstancia de que también la economía tiene un sistema de señales nerviosas, que emite impulsos para transmisión de conocimientos dispersos. Los cuales  pueden ser  aprovechados o no, por cualquier persona humilde o ilustrada, poderosa o analfabeta.

Tenemos una aceptación pasiva, sin protestar, por hechos muy graves, leyes desorbitadas, impuestos extorsivos y políticas equivocadas. Ello indica a las claras, que frente a los síntomas de esclerosis progresiva  actuamos con total indiferencia.

Un número significativo de importantes líderes políticos, gremiales, sociales,  culturales, empresarios y hasta dignatarios religiosos, parecen no tener en cuenta que en la economía existe una delicada función fisiológica que coordina toda la acción humana y nos permite descubrir dónde hay escasez, cuáles son las mejores oportunidades y cómo pueden aprovecharse para crear  bienestar para todos.

Con arrogancia, desdeñamos  el milagro cotidiano generado por la dispersión del conocimiento, gracias al cual es posible la planificación descentralizada de  millones de empresas, que aseguran el abastecimiento diario de  productos esenciales o superfluos, sin que haya ningún mandón, burócrata, comisario político o tiranuelo, dando órdenes contradictorias a todo el mundo.

A fuer de diagnósticos complacientes o de análisis rebosantes de datos y cifras que nunca  recordamos, hemos  olvidado lo esencial.

Que la economía funciona bien sólo cuando en la población surgen reflejos originados por datos estadísticos confiables, a través de un sistema de neuronas que transmiten información sensible.

Gracias al mismo,  podemos tener balances correctos, contabilidad de costos adecuada, cálculo económico preciso, información verosímil, ajuste  por inflación, inalterabilidad del metro-patrón, estabilidad del dinero, libre cambio y  convertibilidad en las divisas.

Pero si el sistema económico de transmisión del conocimiento no funciona bien, está bloqueado, o ha sido destruído por una esclerosis progresiva, en lugar de enviar señales correctas o de transmitir impulsos benefactores, hace todo lo contrario: genera una atrofia muscular progresiva.

En esas condiciones perdemos la conciencia y dejamos de estar alertas frente al peligro de una corrica bancaria, de una crisis industrial, de un crack financiero, de una inminente cesación de pagos, de una devaluación y hasta  de una bancarrota inevitable.

3. LA ESCLEROSIS ESTÁ ENTRE NOSOTROS

Los síntomas de la enfermedad de esclerosis económica progresiva son cada vez más  claros y evidentes.

Ya no necesitamos de un power point colmado de números y datos amontonados en incomprensibles planillas. Sólo tenemos que abrir los ojos y mirar en derredor nuestro.

Estos son los principales síntomas de que la esclerosis económica progresiva está instalada entre nosotros:

El sistema estadístico falsificado.

Los mercados adulterados.

La moneda corrompida.

El comercio exterior atascado.

Las divisas incautadas.

Los precios relativos desquiciados.

Las sentencias judiciales desacatadas.

La seguridad jurídica debilitada.

La infraestructura territorial destruida.

Las fuentes de energía abandonadas.

La propiedad privada condicionada.

La presión fiscal extremada.

La libre empresa denigrada.

La corrupción oficial protegida.

Son 14 los centros-motores de la economía que están perturbados, destruídos, maniatados o agonizantes. Han dejado de emitir señales confiables y coherentes. Tienen anulada su función de impulsar el movimiento armónico y voluntario de la economía.

Hemos entrado en tiempos de alerta máxima. No estamos en depresión, ni en crisis o estanflación. Nos ocurre algo distinto y  muchísimo peor.

Debemos darnos cuenta de que Argentina ha ingresado en una nueva e inexplorada zona, en la frontera del conocimiento.  La que resulta de la destrucción sistemática de todos sus centros-motores neurálgicos, aquellos que permiten moverse y progresar en la economía. Estamos infectados por el “síndrome K de la esclerosis económica progresiva”.

Cuando toda esta  enfermedad termine por cerrarse, la economía nacional como el enfermo atacado por la esclerosis lateral amiotrófica, habrá dejado de funcionar y sólo podremos esperar el final.

Sólo nos queda la esperanza de una formidable reacción intelectual y moral. Todavía hay reservas para que ello ocurra.