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viernes 3 de enero de 2014

Feliz año viejo

Feliz año viejo

Comienza un año que ya vivimos varias veces

Desastres económicos y de todo lo atinente a gestión, candidatos pletóricos de dientes blanquísimos y moral de papel maché, intentos vanos por apagar un incendio forestal con el bombero loco, más tragedias, promesas y sembradío de esperanzas…..el año que comienza no traerá nada que los argentinos no conozcamos.

La Argentina comienza el 2014 sin gobierno. Con una presidente testimonial, un jefe de gabinete que es el vocero de la nada, y un elenco de funcionarios que pasan de los paraísos fiscales a los paraísos estivales, acompañados de su familia, y de su patota. Todo normal. Todo acorde al típico folclore argentino donde se gobierna por interpósita persona o, directamente, ni siquiera hace falta gobernar.

Del equipo nacional y popular apenas subsisten dos jugadores. A modo de rústicos zagueros centrales, Axel Kicillof y Sergio Berni mandan de punta, a la platea, los pelotazos de la maltrecha economía y de la inestabilidad social que provoca la malaria.

La inflación goza de una salud formidable y promete un piso del 35 / 40%  para el nuevo año, mientras anuncian un acuerdo de precios que, en su versión inicial, parece incluir dos marcas de vino y de cerveza, pero ninguna de agua mineral.

Es todo un síntoma del populismo berreta. Te necesito lo más borracho que puedas estar. Tu gobierno vela por tu incapacidad de razonar. No sea cosa que un día te des cuenta.

Mientras tanto, la sociedad, se va acostumbrando a los nuevos tiempos. Es decir, a los mismos malos tiempos de siempre, pero que son nuevos porque, simplemente, transcurren. Considerando inflación, pobreza, incapacidad manifiesta de gobierno, clima violento, cortes de luz, patoterismo y carencias varias, las únicas diferencias con 1975 consisten en que Guillermo Vilas no juega más, y se dejaron de usar los pantalones oxford.

Vale decir: Comienza un año viejo. No trae nada que no hayamos padecido, sino la profundización de esos pesares.

Vivir en la Argentina es como sentarse a mirar el mar. No le pasa que usted mira el mar, como esperando que en cualquier momento acontezca algo importante, que nunca ocurre? Bueno, es algo así.

La Argentina es el país de la buena esperanza. Hace 40 años que esperamos que nos pase algo bueno, y nunca acontece. El único acontecimiento certero de este país, lo único que puede darse por sentado de forma garantizada, es el fracaso.

Y allí van también los aspirantes a suceder a Cristina Kirchner, en un mundo de sapitos bajo nivel, fiestas de colorido cotillón y discursos maravillosos. Ofreciéndonos lo mismo de siempre: Más esperanza.

La Coca Cola era ofrecida, originalmente, como el milagroso elixir que curaba todos los males. Eso era hacia 1886. A los argentinos, en 2014, nos siguen ofreciendo el mismo elixir, en forma de pasteurizado dirigente político. Siempre joven, siempre sonriente, siempre positivo. Ahí tiene a Macri, ahí tiene a Scioli, ahí los tiene a
todos. Como la Coca Cola, que cuando se le disipa la espuma, muestra un vaso casi vacío.

Al mundo le pasaron 40 años, pero a la Argentina no. Estando acá adentro no llegamos a comprender las dimensiones de las cosas que nos hacemos entre nosotros.

La verdad es que, otra vez, en la Argentina, como durante los últimos 40 años, las cosas buenas terminan siendo para unos pocos, y se socializa el fracaso.

El Uruguay nos manda energía por cuestiones de derechos humanos. No se extrañe si uno de estos días, al despertar, se encuentra un casco blanco de la ONU que le ofrece agua mineral mientras le pone el suero.  Siempre se puede estar peor, y todo llega. Ah, dicen que vuelve el tal Tinelli.

Feliz año viejo.

Fuente: elopinadorporteño.com.ar