Esta obra aborda el problema económico desde dos ángulos. Uno de ellos consiste en explicar con suma sencillez los principios básicos sobre los cuales se debe asentar toda política económica que pretenda ser beneficiosa para el conjunto de la sociedad y para cada hombre en particular. El otro ángulo consiste en el análisis de múltiples casos prácticos de política económica.
Así, a lo largo del libro (Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1980) se analizan los resultados de las intervenciones estatales en diferentes países como los Estados Unidos, Gran Bretaña, entre otros, y los resultados que las políticas de desregulación y libertad de comercio han tenido en las economías de diferentes países.
Cabe destacar que esta obra fue escrita antes de que Ronald Reagan asumiera la presidencia de los Estados Unidos y cuando Margaret Thatcher recién se hacía cargo del gobierno de Gran Bretaña. Por esta razón a lo largo del libro se encuentran críticas a la política económica de ambos países que, en muchos casos, luego dejaron de tener vigencia.
Milton y Rose Friedman explican cómo es posible que a través de las leyes, los reglamentos y la burocracia se haya ido reduciendo el grado de libertad de los hombres. Pero, al mismo tiempo, detallan el camino a seguir para recuperar ese grado de libertad perdido.
Los autores también cuestionan profundamente el sistema jubilatorio estatal por los resultados negativos que ha tenido para el bienestar y la libertad de los individuos.
También incursionan en el sistema educativo, en los organismos estatales de defensa del consumidor, en las instituciones gubernamentales que regulan y controlan la economía y en el sistema de viviendas, entre otros.
En suma, “Libertad de elegir” es un libro que demuestra cómo en los hechos las intervenciones del Estado terminan perjudicando a aquellos que supuestamente se pretendía proteger, al mismo tiempo que violan la libertad de los individuos.
Citamos a continuación algunos párrafos de la obra:
“La libertad económica es un requisito esencial de la libertad política. Al permitir que las personas cooperen entre sí sin la coacción de un centro decisorio, la libertad económica reduce el área sobre la que se ejerce el poder político. Además, al descentralizar el poder económico, el sistema de mercado compensa cualquier concentración de poder político que pudiera producirse. La combinación de poder político y económico en las mismas manos una fórmula segura para llegar a la tiranía.”
“Del mismo modo que la igualdad personal, la de oportunidades no ha de ser interpretada literalmente. Su verdadero sentido quizá se aclara mejor con esta expresión proveniente de la Revolución Francesa: una carrera abierta a los talenos. No deben ponerse obstáculos arbitrarios a las personas para obtener las posiciones acordes con sus talentos y que sus valores les llevan a buscar. Ni el nacimiento ni la nacionalidad, color, religión o sexo, ni cualquier otra característica irrelevante deben determinar las oportunidades que se abren ante una persona; sólo debe hacerlo su capacidad.
“Las medidas estatales que apoyan la igualdad personal o la de oportunidades aumentan la libertad; las medidas estatales que pretenden lograr partes equitativas para todos reducen la libertad. Si las personas han de estar determinadas por la equidad, ¿a quién toca decidir qué es lo equitativo? Si todos han de tener partes iguales, alguien o algún grupo de personas debe decidir qué partes son equitativas, y deben ser capaces de imponer sus decisiones a los demás quitando a los que tienen más que lo equitativo, dando a los que tienen menos. Los que toman e imponen tales decisiones, ¿son iguales a aquellos para quienes deciden? ¿No estaremos en el caso de Rebelión en la Granja, de George Orwell, donde todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros?
“Una sociedad que anteponga a la libertad la igualdad –en el sentido de los resultados– acabará sin una ni otra. El uso de la fuerza para lograr la igualdad destruirá la libertad, y la fuerza, introducida con buenas intenciones, acabará en manos de personas que la emplearán en pro de sus propios intereses. “Por otra parte, una sociedad que ponga en primer lugar la libertad acabará teniendo, como afortunados subproductos, mayor libertad y mayor igualdad. Una sociedad libre no evita que algunas (personas) obtengan posiciones privilegiadas, pero mientras perdure la libertad, ésta impide que tales posiciones privilegiadas se institucionalicen, y dichos individuos están obligados a recibir continuos ataques de otras personas capaces y ambiciosas. Libertad significa diversidad, pero también movilidad. Conserva la posibilidad de que los desgraciados de hoy sean los privilegiados de mañana y, en el curso del proceso, capacita a casi todos, de arriba abajo, para llevar una vida más plena y más rica.” © www.economiaparatodos.com.ar |