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martes 1 de julio de 2014

El chavismo se agrieta

El chavismo se agrieta

La muerte de Hugo Chávez fue vivida por sus seguidores con profundo dramatismo, conscientes de que al quedarse sin el líder máximo el comienzo de su orfandad marcaría el signo de tiempos más duros aún por llegar. Y éstos, ya esbozados en vida del comandante, terminaron manifestándose en 2014

Dos síntomas eran la falta de seguridad en las calles y una brutal crisis económica, marcada por la inflación imparable y el desabastecimiento creciente.

En vida de Chávez la crisis no había llegado al punto de no retorno. Su fuerte liderazgo, asumido por buena parte de la sociedad venezolana, llevaba a pensar en una posible recuperación. Paradójicamente allí residía la gran debilidad de un régimen totalmente dependiente del conductor. La imagen de un Chávez omnímodo, omnipresente y omnisciente se construyó laminando cualquier liderazgo emergente y polarizando a la población en bloques antagónicos.

Con Nicolás Maduro en la presidencia las cosas empezaron a cambiar. Los recursos, otrora inagotables y que permitían llenar las arcas públicas una y otra vez, comenzaron a faltar. Y con su ausencia la paciencia popular pareció alcanzar su límite. Lo que se le toleraba a Chávez no se le perdona a su sucesor. Los chistes bolivarianos dejaron de hacer gracia y los shows radiotelevisivos conducidos por un locutor carismático terminaron convirtiéndose en realities cada vez más aburridos bajo la batuta de un conductor pomposo y envarado.

Pero Maduro no está destruyendo la revolución bolivariana ni comprometiendo su futuro, sencillamente porque ésta nunca existió. Otra cosa es que esté dilapidando el legado de Chávez y poniendo en peligro la continuidad del chavismo como movimiento organizado. Maduro se equivocó cuando fue designado heredero y ligó su porvenir a la imagen de Chávez, creyendo que todo estaba atado y bien atado.

El nuevo presidente recibió un doble legado en términos de poder político, el gobierno y el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela). En ambos frentes se ve con preocupación cómo el edificio empieza a agrietarse. A efectos del proyecto chavista el control del partido es clave. Sin él, impulsar un proyecto hegemónico de gobierno se convierte en puro voluntarismo.

Tras la muerte de Chávez en marzo de 2013 el deseo de conservar el poder permitió mantener prietas las filas, uniendo a cuadros y militantes detrás de un liderazgo poco carismático. Pero parecía suficiente. Pese a las diferencias y roces entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, la sangre no llegó al río en los momentos iniciales del nuevo gobierno.

2014 se está haciendo muy cuesta arriba para un movimiento que ocupaba casi toda la izquierda y hoy discute a quién otorgar carta de progresismo. El gobierno dejó de resolver los problemas y en el PSUV se nota un creciente descontento. El escrito de Jorge Giordani, respaldado por Héctor Navarro y otros destacados dirigentes del primer chavismo, ha desnudado la fragilidad del régimen. La respuesta de Maduro y Cabello, nuevamente cohesionados por amenazas “externas”, mantuvo el tono apocalíptico de ocasiones anteriores.

Tras conocer la carta de Giordani y condenar su “crítica destructiva”, Cabello, en una apelación a la unidad bolivariana y la movilización de las UBCH (Unidades de Batalla Bolívar Chávez) detrás de Maduro, señaló: “Es triste ver algunos personajes que se dicen de izquierda y actúan contra la unidad revolucionaria. No es tiempo de deslealtades, es tiempo de unidad revolucionaria… Nosotros estaremos rodilla en tierra con el comandante”.

El presidente fue algo más lejos. Tras apelar a la “revolución popular y antiimperialista” dijo: “Llegará el momento que yo diga muchas verdades…; que el pueblo sepa que lo que voy a decir para que se caigan máscaras, ahora están tratando de confundir al pueblo y de animar a los factores de la ultraderecha con sus conductas sinuosas, vacilantes acusándome a mí que soy un nuevo Stalin. Que Stalin, ni que Stalin, soy el hijo de Chávez… Me veré con los vacilantes, con los desleales, con los que quieren con ropaje de izquierda tratar de confundir, con lo que no hicieron jamás cuando fueron ministros y fracasaron toditos”.

Dentro del chavismo todas las facciones están calentando motores en preparación del III Congreso del PSUV a celebrarse del 26 al 28 de julio bajo los lemas “Unidad, lucha, batalla y victoria” y “Vamos todos a debatir y a defender La Paz (sic) de nuestra Patria”. Mientras Maduro busca consolidar su programa de 12 líneas estratégicas, otros están pensando liderazgos alternativos para sacar al partido de su actual callejón sin salida. La tarea no es fácil porque no hay ningún mirlo blanco a la vista ni nadie sabe a ciencia cierta en quién se puede confiar. Tampoco están claras las distintas corrientes existentes ni cuántas son.

La presencia de militares en el gobierno bolivariano y al frente de numerosas gobernaciones no es nueva, pero la creciente dependencia de Maduro de los generales lo puede conducir a una situación inmanejable. Una cosa es pretender hacer una revolución popular con el apoyo del ejército y otra muy distinta tener un gobierno de militares. Llegado este punto la tentación de los altos mandos de convertirse en árbitros podría ser elevada y la de intervenir una vez alcanzado el punto álgido de la crisis aún mayor.

La posibilidad de convocar un referéndum revocatorio en 2016 es remota. Primero porque falta una eternidad y la crisis venezolana puede deteriorarse aún más. Y segundo, como amenazó Maduro, porque para solicitarlo los ciudadanos deberían firmar, como en 2004, y dejar también su huella dactilar y una fotografía. Lo que era una medida para potenciar la democracia participativa se ha convertido en una tarea prácticamente imposible.

Al precedente represivo de la “Lista Tascón” hay que sumar las nuevas exigencias que dan mayores argumentos a los opositores más exaltados. Si la situación venezolana termina agravándose con una oposición que no llega y un gobierno que se pasa, no sería descartable, pese a no ser deseable, una solución militar ajena al chavismo, aunque embanderada en sus colores.

 

Fuente: www.infolatam.com