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jueves 3 de abril de 2008

El fin del dólar alto

El modelo de tipo de cambio competitivo no ha servido para que crezcan las exportaciones, disminuyan las importaciones o aumente la competitividad nacional. Mientras, la inflación en aumento demuestra el agotamiento del esquema.

A mediados de mayo del año pasado, escribí y se publicó en este medio una nota que titulé “Se acerca el fin del dólar alto”. Ahora, con casi absoluta seguridad, se puede afirmar que eso ocurrirá, irremediablemente, durante este año.

Mientras tanto, y motivados por la fenomenal crisis de contracción del crédito ocurrida en los Estados Unidos y sus secuelas, en nuestro medio volvieron los comentarios y discusiones sobre la política cambiaria impuesta por el Gobierno en 2003 y mantenida por la actual administración a cargo de la presidenta Cristina Fernández.

En ese sentido, el ministro de Economía, Martín Lousteau, acaba de reafirmar que el Gobierno “va a sostener el tipo de cambio competitivo, porque es un puntal no solamente del modelo económico, sino que constituye un verdadero pacto social.” Por su parte, el ex presidente del BCRA, Javier González Fraga, dijo que “si se frena la debilidad del dólar podríamos llegar a tener problemas”.

En su Informe Nacional de Marzo, IDESA dice que “con el dólar fijo el tipo de cambio real se está apreciando al ritmo del aumento de los precios y los salarios. Desde el punto de vista macroeconómico -agrega- se va esfumando uno de los pilares de la recuperación: la devaluación”.

Roberto Cachanosky ha escrito que es una inconsistencia “pretender tener un tipo de cambio competitivo con inflación creciente”, Miguel Ángel Broda calcula que el tipo de cambio real equivale hoy a un dólar de $1,50 a valores de 2001 y Mario Blejer afirmó que “se acabó el dólar recontraalto. Estamos -dijo- en el nivel de la convertibilidad”.

Al respecto, también opinó Eduardo Curia, quien advirtió “que el problema es que el tipo de cambio competitivo, que es la base del modelo económico del Gobierno, se está debilitando” y recomendó adoptar un esquema de metas de inflación.

Según el Gobierno, el principal objetivo de la política del “dólar alto” fue la de favorecer el aumento de las exportaciones y la sustitución de importaciones.

Sin embargo, tomando como ejemplo el dato sobre lo ocurrido en 2007 con nuestras ventas en el exterior, según el INDEC aumentaron un 20%, pero en realidad sólo lo hicieron un 8% porque el 12% restante correspondió a mayores precios. Las exportaciones de productos primarios se incrementaron en 45%, 21 puntos por mayores precios y 19 por cantidades. Las manufacturas de origen agropecuario (MOA) crecieron 26%, 24 por mayores precios y 2 por cantidades, y las de origen industrial (MOI) aumentaron 17%, 14 puntos por mayores cantidades y 3 por precios. Las exportaciones de combustibles y energía cayeron 20%.

En tanto, las importaciones clasificadas por uso económico (bienes de capital, bienes intermedios, bienes de consumo, etc.) crecieron durante el año pasado un 31% y las compras de combustibles y lubricantes aumentaron 64%.

Pero lo más llamativo ocurrió en enero de este año, cuando las importaciones de bienes de consumo aumentaron, según el INDEC, un 66%, superando en más de 14 puntos porcentuales la suba de las compras totales en el exterior en los últimos 12 meses. También hay que aclarar que más de un cuarto de las compras en el exterior que el INDCEC clasifica como bienes de capital en realidad son productos de consumo masivo, como celulares, ciclomotores y computadoras personales.

Y ello ocurre en un momento muy especial, porque al mantenerse el tipo de cambio “alto” del peso frente al dólar, la depreciación sufrida por la divisa estadounidense en el mercado internacional ha favorecido, aunque teóricamente nada más, a las exportaciones de productos primarios argentinos.

Con relación a la inversión extranjera directa en 2007, en la Argentina aumentó 12%, mientras que en Brasil creció un 84%, en Chile 83% y en Colombia un 35%. Además hay que hacer una salvedad: según aseguró Mario Blejer “el 80% de esa cifra son utilidades no remitidas” al exterior. Según él en 2007 “la inversión extranjera ha sido cercana a cero”. Y afirmó: “La Argentina no figura en el mapa de los inversores”.

Mientras, Buenos Aires es cada vez más barata, por supuesto para los turistas, como lo hemos podido comprobar en las recientes “vacaciones” de Semana Santa. Según un informe anual publicado por la Unión de Bancos Suizos nuestra capital se ubica en el puesto número 70, entre las 71 más grandes ciudades del mundo, en contraste con las europeas que son las más caras y que ocupan los primeros lugares del ránking.

Ya no quedan dudas, entonces, que el dólar “superalto” no ha servido para que crezcan nuestras exportaciones ni para disminuir las importaciones en la medida esperada, tal cual lo imaginaron quienes impusieron esa política basada únicamente en un voluntarismo extremo. Por otra parte, ya ha sido suficientemente probado en el mundo que la competitividad no se logra con moneda devaluada ni con aranceles ni subsidios.

La competitividad y el crecimiento económico se logran, únicamente, con moneda fuerte, alta calidad y producción eficiente para satisfacer la demanda de los consumidores. También son imprescindibles políticas claras y creíbles, reglas de juego estables, sistemas fiscales justos, baja inflación y altos niveles de inversión. Justamente, lo que hoy no tenemos.

Pero, sobre todo, que nunca más alguien se crea tan poderoso como para animarse a fijar un precio como el tipo de cambio, que no es un fin en sí mismo sino la consecuencia de la oferta y la demanda y de un sinnúmero de factores políticos y económicos, impredecibles en la mayoría de los casos.

Sin dudas, el camino para lograr el diálogo, la cooperación y el acuerdo no será fácil, pero valdrá la pena intentarlo, antes de que sea demasiado tarde. © www.economiaparatodos.com.ar

José Alfredo Nogueira es corredor de cambios y autor del libro “Las Reglas del Juego. Mercado de Cambios y Operaciones con Divisas” (Editorial Argenta).

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