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jueves 14 de octubre de 2004

“El socialismo”, de Ludwig von Mises

Publicada por primera vez en 1922, esta obra del pensador austríaco sigue teniendo vigencia. A pesar de que han transcurrido 82 años desde aquel momento, los problemas que plantea Mises y las soluciones que aporta contienen una tremenda actualidad.

El eje de la crítica misiana al socialismo consiste en demostrar que en ese sistema es imposible realizar el cálculo económico y, por lo tanto, jamás se podrán asignar eficientemente los factores de producción. En consecuencia, el socialismo está incapacitado para mejorar el nivel de vida de la gente.

El ataque de Mises al socialismo a través de la demostración de la imposibilidad del cálculo económico fue tan contundente que obligó a los defensores de esta doctrina a publicar centenares de libros y artículos en procura de refutar la crítica misiana. En otro casos, se reconoció la contundencia del análisis de Mises y algunos socialistas plantearon la necesidad de aplicar mecanismos alternativos al cálculo económico. No obstante sus propuestas continuaron careciendo de validez científica y práctica.

Tal fue el impacto que causó “El Socialismo” cuando fue publicado que Oscar Lange, uno de los autores marxistas contemporáneos más destacados, reconoció que los socialistas “tienen, ciertamente, buenas razones de agradecimiento hace el profesor Mises” y que “los economistas tendrán que unirse a los socialistas en su reconocimiento hacia el trabajo del profesor Mises sobre el cálculo económico en una economía socialista”.

Transcribimos a continuación algunos párrafos relevantes, extraídos de la versión editada por el Instituto de Publicaciones Navales en 1968:

“La pretensión del socialismo de ser el único que desea el bien puede rechazarse de primera intención como errónea; porque si el liberalismo lucha a favor de la propiedad privada de los medios de producción, no es por consideración hacia los intereses particulares de los propietarios, sino porque espera de una constitución económica que reposa sobre la propiedad privada más abundante y mejores recursos para todos. En la organización económica liberal, la producción es más abundante que en la organización socialista. Más aún, no son únicamente los poseedores quienes obtienen ventaja de ella, y la guerra contra las ideas falsas del socialismo no es una defensa de los intereses particulares de los ricos. No importa que se piense lo que se quiera de esta pretensión del liberalismo; en todo caso no está permitido acusarlo de encargar una política que sólo ve los intereses de una clase reducida. El socialismo y el liberalismo no se distinguen por el fin que persiguen, sino por los medios que emplean para alcanzarlo.”

“Ningún individuo puede tener una visión tan completa de la multitud infinita de las diferentes posibilidades de producción, de manera que pueda formular juicios de valor de evidencia inmediata sin la ayuda del cálculo. Sin la repartición, entre numerosos individuos, de la facultad de disponer de los bienes económicos en la sociedad que se funda en la división del trabajo intelectual, sería imposible el cálculo de la producción y de la economía.”

“Sin cálculo económico no puede haber economía. El hecho de que el cálculo económico es irrealizable en la sociedad socialista, tiene por consecuencia que no sea ahí posible actividad económica alguna, en el sentido en que entendemos esta palabra. En el detalle y en lo accesorio se puede continuar procediendo racionalmente pero en el conjunto no podría seguirse hablando de producción racional.”

“Caracteriza a la comunidad socialista el hecho de que no existe nexo alguno entre la producción y la distribución. La importancia de la parte que se asigna a cada ciudadano para su libre consumo es por completo independiente del valor que se concede a su trabajo, en cuanto constituye una contribución productiva para los bienes necesarios a la comunidad.”

“La comunidad socialista es una gran asociación autoritaria, en la cual se ordena y se obedece. Se trata de explicar esta noción por medio de las palabras “economía planificada” y supresión de la anarquía de la producción. Se puede comparar la comunidad socialista con un ejército, en lo que se refiere a su estructura interna. Por otra parte, cierto número de socialistas se complacen en emplear la frase “ejército del trabajo”. Todo en la comunidad socialista, al igual que un ejército, está sujeto a las disposiciones que toma la dirección superior. Cada quien debe ocupar el lugar que se le asigna y permanecer en él durante el tiempo que no se le cambie. En todo esto el hombre jamás es otra cosa que el peón de ajedrez de los actos de sus superiores. El individuo sólo asciende cuando se le promueve a un cargo más alto y sólo declina cuando se le degrada.” © www.economiaparatodos.com.ar




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