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jueves 19 de julio de 2007

Gradual transferencia de poder en la AFA

Si bien todo indica que Julio Grondona será reelecto por octava vez al frente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), su cuota de poder real comienza a achicarse.

Si no sucede nada insólito (lo cual, hasta el momento, parece improbable), el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, será reelecto para su octavo período consecutivo en octubre. Sin embargo, su poder real en el ámbito del fútbol está en declinación. Seguirá conservando el poder formal, aunque el real está escapándose de sus manos… Este hecho es, por cierto, novedoso. Hasta ahora, Grondona venía conservando la totalidad del poder futbolístico en sus manos, con la conformidad de los clubes que integran la AFA y que, religiosamente, le prestan su apoyo. Pero, últimamente, se ha formado un grupo que no le disputa el poder sino, sencillamente, se lo está absorbiendo aprovechando su inacción, su desinterés y sus ausencias.

El presidente de Quilmes, José Luis Meiszner, es quien comanda a este grupo. Meiszner era, hasta hace pocas semanas, secretario general de AFA. Al descender Quilmes de categoría, perdió su silla en el Comité Ejecutivo y, junto con ella, la Secretaría General. A pesar de ello, el propio Meiszner le encontró la solución al asunto: creó para sí mismo –por supuesto, con la conformidad de un Grondona influenciable y proclive a recostarse en sus colaboradores para no verse envuelto en problemas que ya han dejado de interesarle– la Secretaría Ejecutiva General, con facultades casi tan amplias como las del presidente de la AFA.

El ex presidente de Gimnasia y actualmente asesor de Grondona, Héctor Domínguez, es otro de los miembros de este grupo. Raúl Steinberg, nominalmente jefe de Prensa pero con funciones gerenciales muy amplias, también forma parte de este núcleo, al que también pertenecen Pedro Pompilio, presidente en ejercicio de Boca (si bien con menos intervención que los anteriores), y José Lemme, presidente de Defensa y Justicia, que tiene mucha participación en el candente tema de la búsqueda de soluciones al problema de la violencia en el fútbol. Entre los dirigentes del ascenso, viene creciendo la figura de Rubén Dearriba, vicepresidente de Los Andes, quien tiende a desplazar a la vieja guardia grondonista del ascenso, integrada por Enrique Merelas (El Porvenir), Noray Nakis (Deportivo Armenio) y Salvador D’antonio (Sportivo Italiano). Salvo Pompilio y Dearriba, todos los demás forman parte del riñón grondonista y están ocupando espacios que Grondona está tendiendo a dejar vacíos, simplemente porque sus preocupaciones personales tienden a alejarlo de las complicaciones que plantea el fútbol.

Grondona tiene ya 76 años y más deseos de disfrutar de sus nietos que de ocuparse de que un equipo le plantee que tal árbitro lo perjudicó, que otro le pida ayuda porque tiene problemas financieros o de arbitrar en la disputa entre dos clubes por la supuesta mala inclusión de un jugador… El fútbol es, por naturaleza, una fuente permanente de conflictos y, en los últimos 12 meses, lo ha sido de manera superlativa. Grondona, por atendibles razones personales relacionadas con su edad y su desgaste a través de los años, no tiene deseos de ocuparse de esas complicaciones. En el vacío que la inacción de Grondona deja, aparece el grupo que mencionamos más arriba para hacerse cargo del encauzamiento de las distintas cuestiones que afectan a la actividad. Así es como, recientemente, después de lo que significó la muerte de un hincha en la cancha de Nueva Chicago, Grondona estuvo alegremente viajando por Suiza, Canadá y Venezuela, mientras el fútbol argentino, del cual él es el presidente, “ardía”. En este contexto, la acción de este grupo se hizo sumamente ostensible. Por supuesto, todo lo que este grupo hace lo realiza en nombre de Grondona y, supuestamente, bajo su sabia supervisión desde el exterior. Pero nadie debe engañarse, Grondona está enterado de muy poco de todo lo que ocurre y no tiene deseos de que se lo cuenten. Algunos periodistas que conocen la historia comentan por lo bajo que “a Grondona le escriben el diario de Yrigoyen”.

En las últimas semanas, se tomaron muchas decisiones importantes, tales como la fijación de las cláusulas del contrato de TV, la definición del fixture del torneo de Primera División, la búsqueda de criterios para regular la concurrencia de público en la temporada pronta a iniciarse y así tratar de afrontar el problema de la violencia en las canchas, la determinación de que no haya público visitante en los torneos de ascenso, y la reformulación del sistema de disputa de esos campeonatos, entre otras. Además, se conocieron fallos importantes de la justicia deportiva, en los cuales la ausencia de la influencia de Grondona fue evidente.

En varias de estas cuestiones, la influencia del grupo liderado por Meiszner es notoria. En otras, particularmente en los fallos, no se la observó, probablemente porque se trata de un grupo de desarrollo muy incipiente y no tiene aún la influencia que ostentaba Grondona en su época de apogeo.

El hecho, en definitiva, es que, por debajo de la superficie, se está produciendo un desplazamiento del poder real en el fútbol argentino y, por primera vez en muchísimo tiempo, están apareciendo en el centro del escenario otros actores que empiezan a opacar a Julio Grondona.

Es improbable que este proceso sea lineal, seguramente Grondona en ciertos momentos recobrará la plenitud de su poder y, además, sigue contando con el consenso unánime (al menos, de palabra) de la dirigencia del fútbol, lo cual torna inviable cualquier intentona opositora. Pero, en la práctica, aunque tenga el poder formal en sus manos, Grondona no ejerce el poder real, no toma decisiones, no tiene deseos de involucrarse en los conflictos cotidianos del fútbol…

Vale la pena contar la anécdota de que este cronista consultó a Grondona por los graves incidentes que se produjeron en la cancha de Racing en ocasión de la final de la Primera B entre Almirante Brown y Estudiantes de Buenos Aires, con imágenes de actos de violencia que dieron literalmente la vuelta al mundo. Grondona contestó: “¿A vos te parece que yo me tengo que ocupar de eso?”. La pregunta es: si el presidente de la AFA no se tiene que ocupar de semejante escándalo, ¿de qué se tiene que ocupar? Este incidente demuestra claramente que a Grondona el fútbol ya no le interesa. Le gusta, por supuesto, la parte linda del fútbol, que lo aplaudan, que lo premien, que lo feliciten, le gustan las reuniones con sus amigos de la FIFA, donde todos se vanaglorian de lo grandes dirigentes que son. Por debajo de esas luminarias, la tarea de un dirigente de fútbol implica ocuparse de muchas pequeñeces cotidianas que al presidente de la AFA ya no le interesan.

Por eso, ante el vacío de poder, está surgiendo, incipientemente, un grupo que ocupa ese espacio que Grondona está dejando desocupado. Se trata de gente más joven, con puntos de vista más amplios y actitudes más flexibles. Es probable que este recambio generacional traiga una brisa de aire fresco que al fútbol no le vendría nada mal. Es todavía pronto para asegurar que ése será el rumbo que comenzará a seguirse de ahora en más. Más adelante el tema podrá ser analizado con mayores elementos de juicio. Por ahora, sólo corresponde tomar nota del fenómeno. © www.economiaparatodos.com.ar

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