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jueves 14 de octubre de 2004

Jorge Giacobbe: “Nunca existió el 80% de imagen presidencial positiva”

El consultor afirma que en sus encuestas los números siempre fueron diferentes a los publicados por el gobierno y que cifras extremadamente altas de apoyo a un primer mandatario hablan de un sistema político primitivo e inmaduro que no evalúa racionalmente a sus líderes.

– ¿El gobierno sigue teniendo el 70% u 80% de apoyo en las encuestas?

– No.

– ¿Alguna vez llegó a esa cifra?

– Respetuosamente, yo lo que puedo decir es que para nuestra encuestadora nunca existió el 80% de imagen presidencial positiva. En el mejor momento, que fue en febrero, para nosotros estuvo alrededor del 65%.

– ¿Y hoy cómo está?

– En este momento estamos trabajando en eso y, por lo que se ve, cerrará entre los 42 y los 44 puntos.

– ¿Eso es imagen presidencial, no del gobierno, verdad?

– Claro. Imagen del presidente. El gobierno va a estar 7 u 8 puntos por debajo de eso, en 34 o 35%.

– ¿Cómo se explican estas diferencias?

– Estos números son sumamente buenos para el mundo civilizado. El presidente alemán tiene 23%, el mandatario inglés no llega a los 30 puntos, Bush no llega a los 40. Es decir que cuando el presidente habla de que la Argentina es un país en serio, también debería considerar que en el mundo serio los presidentes no tienen 80 o 90% de imagen positiva.

– ¿Por qué sucede eso aquí?

– No sé si al presidente o a la gente que lo rodea le gusta esta clase de elocuencia, pero la verdad es que 80 o 90 puntos de imagen positiva no son números normales, por no decir poco creíbles y reales. Yo creo que a Kirchner no le vendría mal recordar que en Dios sólo cree el 60% del planeta.
Esas cifras sólo son posibles en Latinoamérica donde las poblaciones son un poco más primitivas que en el resto del mundo y, entonces, tienden más a enamorarse de sus líderes políticos que a relacionarse con ellos en términos de balances. En el mundo exitoso, las poblaciones sólo evalúan a sus gobernantes por sus aciertos o desaciertos políticos. Ni se enamoran, ni los odian. Sólo los votan o no los votan, los prefieren o no los prefieren. Aquí no. Aquí somos más primitivos.

– ¿Cuál es la causa para que Kirchner siga teniendo una imagen positiva tan alta? Porque la verdad es que no han habido grandes cambios…

– Depende con qué usted lo esté comparando.

– Si uno compara con el 2002, por supuesto, esto de hoy está cercano al paraíso.

– Claro.

– Pero, si uno dibujara una curva imaginaria de evolución de la Argentina, en el 2002 estábamos peor que ahora, sí, pero ahora estamos mucho peor que en el 90 y en ese año estábamos peor o mejor que en el 60. Lo cierto, es que más que una curva, sería un sinuoso zigzag con tendencia a la baja.

– Es así, sin ninguna duda.

– Entonces, en términos del corto plazo, de segmentos cortitos, tal vez estamos mejor. Pero en el largo plazo no vamos bien, la decadencia es muy prolongada y venimos en picada…

– Pero la gente compara con el período inmediatamente anterior, nada más, hasta ahí. Es más, en realidad, compara con el final del período anterior. Siempre el presidente empieza compadecido por sus ciudadanos por lo que le tocó, por lo que le dejaron. No importa que los presidentes cuando son candidatos se comprometen ante todos nosotros a que ellos son los que saben cómo arreglar todo esto y por eso y para eso los votamos. No, en la Argentina siempre se empieza compadeciendo al nuevo presidente por lo que le tocó y se lo justifica con ese argumento por meses. Como si lo hubiéramos obligado a estar allí…
La Argentina es un país que todavía debe ser analizado desde perspectivas que aún no han sido abordadas. Algunos ejemplos: 23 de los 49 presidentes que hemos tenido han sido abogados, y esto sucede, paradójicamente, en un país en el que no hay ley, no se la respeta; 17 de los 49 presidentes han sido militares, en un país en el que, paradójicamente, no hay sentimiento ni noción de Patria. Esos sentimientos y ese respeto sí existen en Chile, en Brasil, y ni qué hablar del primer mundo.
Me gusta citar esta frase: Estados Unidos es un país que es capaz de destruir al planeta para beneficiar a su población, nosotros somos un país que ha sido capaz de destruir a su población para beneficiar al planeta.
Me parece que en muchas cosas estamos al revés del mundo y en algunos sectores, entre los intelectuales, llama la atención que todavía haya gente que se siga enamorando de los líderes políticos, cuando todos sabemos que el amor es ciego. El amor es el que nos llevó a 180 mil millones de dólares de deuda y 60% de pobres. Nos llevó al “mejor no preguntar nada”.

– Alfonsín en los primeros meses de sus mandato era poco menos que el nuevo líder de la historia, era el que iba a fundar el tercer movimiento histórico y hoy no sé si llegaría al 5% de los votos. En la época del 90, Cavallo era un hombre que era poco menos que intocable, hoy está autoexiliado en Estados Unidos. Menem también hoy está autoexiliado en Chile. De la Rúa venía a cambiar todo y ahora está encerrado en Villa Rosa.

– Y si seguimos para atrás es lo mismo.

– La Argentina tiene un electorado muy volátil, muy traicionero.

– Yo creo que nuestro problema es que festejamos muy pronto. A mí me gusta una frase que dicen los jugadores de naipes y es que los partidos no son la primera mano, son la última. Ellos dicen: “no cuentes las fichas en la primera mano, sino las que tenés en la última”. Y Argentina tiene la mala costumbre de festejar en las primeras manos, las primeras dos o tres medidas, y después perdemos todos los partidos. Y digo esto pero aclaro que a mí me parecieron muy buenas las primeras medidas de Kirchner. Me pareció bárbaro lo de la Corte Suprema, me pareció estupendo haber bajado el cuadro de Videla –que lo hubiera bajado yo si hubiera sido presidente y no hubiera mandado a otro–, pero me pareció muy bien sacarlo. Me parece excelente que la Argentina tenga una posición firme en la posición de sus intereses frente a la deuda pública… Pero no me parece tan bien, por ejemplo, que hayamos juzgado a algunos jueces de la Corte Suprema por algunas razones y no querramos juzgar a otros por las mismas, me parece que ahí vuelven a jugar las conveniencias personales y el presidente tiene que hacer lo que le convenga a los ciudadanos, no a él.

– Esto es lo que sucede acá, pero no pasa en otros lugares.

– Es que aquí funciona un juego perverso en el que los presidentes hacen lo que más le conviene a ellos y a sus intereses y nosotros los justificamos. Hay una patología en la Argentina, muy rara de explicar, que implica que las víctimas de las gestiones políticas justificamos a los victimarios. Nosotros mismos los excusamos y los perdonamos. Aún peor, les damos de nuevo la oportunidad…

– Hoy, el problema de la inseguridad es serio. Además, la mayoría de la gente no tiene sensación de porvenir aquí en la Argentina. Y puedo seguir con la lista. Entonces, ¿en qué se fundamenta el optimismo y el apoyo? Porque no hay cambios importantes que impliquen mejora sustancial de algún tipo, no hay nada. A mí me sorprende.

– Algún psicólogo diría que en la necesidad de los habitantes de creer. De poder forjar algún tipo de esperanza y aferrarse a ella hasta que caiga.

– ¿La conclusión es que el voto aquí es más emotivo que racional?

– El voto en la Argentina ha sido siempre altamente emotivo, diría que casi totalmente emotivo. Pero hoy hay signos de que lentamente está cambiando. De hecho hoy un presidente gana con el 20% de los votos, se acabaron las mayorías del 50%. Vamos a un sistema político donde el 25% es la nueva mayoría y donde, por consiguiente, las minorías adquieren valor porque ya no será lo mismo tener 4 o 5 puntos con flujos de 45 que en sistemas donde 25 puntos ganan.

– ¿Es lo que nos quedó como consecuencia de los 80?

– Sí. La destrucción consecutiva de la confianza depositada en una persona ha generado un modelo de confianzas múltiples. De modo que nos dirigimos hacia una política más consensual, necesariamente, en el que las mayorías y las minorías van a ser relativas. Pero ¿cuál es el problema? Es la transición, como siempre. Con dirigentes antiguos y acostumbrados al sistema y modo antiguo, hay que construir este modelo moderno y nuevo. Ahí está el choque. Ahí está el hecho de descolgar el cuadro de Videla en el Colegio Militar.

– O de poner preso a Castells pero no a D’Elía.

– Exacto. Todavía los presidentes hacen lo que les conviene a ellos y lo que nos les conviene, no. La ley siempre la aplican en su beneficio y no en el de todos. Eso es lo que hay que cambiar. © www.economiaparatodos.com.ar




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