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jueves 15 de diciembre de 2005

Miden el mal desempeño de la justicia argentina

En comparación a los sistemas judiciales de los distintos países de la región, la Argentina ostenta una baja calidad promedio y una pésima percepción de la independencia de la Corte Suprema.

La revista norteamericana Latin American Politics and Society contiene un interesante ranking de los Poderes Judiciales de los distintos países de la región, sobre el que vale la pena hacer alguna reflexión. El mismo ha sido confeccionado por Joseph L. Staats (Boise State University), Jonathan T. Hiskey (University of California) y Shaun Bowler (University of California) y ha aparecido en el número del 19 de mayo de 2004.

La Argentina, como cabía esperar, no tiene un buen desempeño. Está muy mal ubicada. En efecto, es claramente superada -en calidad promedio de su justicia- por Uruguay, Costa Rica, Chile, Bolivia, México y El Salvador.

Pero hay otras mediciones específicas, que incomodan aún más.

Me refiero a la percepción de “independencia política de la Suprema Corte”, donde la Argentina es superada por casi todos en la región. O sea, por Uruguay, Costa Rica, Chile, México, El Salvador, Bolivia, Honduras, Colombia, Paraguay, Venezuela (todo un récord), Panamá, Perú, Guatemala, y Brasil.

Un verdadero desastre, que muestra todo lo que queda por hacer para cambiar una mala imagen. Solo las Supremas Cortes de Ecuador y Nicaragua tienen (apenas) peor imagen que la nuestra.

Pero con la actual composición de la “nueva” Corte, cambiar la imagen adversa (o sea de no independiente, ni imparcial) no será nada fácil. Todos los fallos recientes en materia de terrorismo muestran la enorme “docilidad” de nuestra Corte respecto del “poder político”. Curiosamente, nuestra Corte coincide -en este tema- con la de Nicaragua, en cuyo seno la mitad de sus miembros responde todavía al sandinismo marxista. Todo un dato.

A tres años de administración kirchnerista, esta no es la imagen de un país presuntamente serio. Todo lo contrario.

Porque lo cierto es que, cuando de la bastante poca airosa administración de Néstor Kirchner se trata, en casa sabemos bien que la declamada “seriedad” no es ciertamente tal. Para muestra de lo mal que vamos vayan -esta vez- sólo dos “botones”, ambos bien recientes: (i) la lamentable “seducción” de Borocotó por parte de Néstor Kirchner y “los suyos”; y (ii) las insólitas felicitaciones del presidente argentino a su par bolivariano, el comandante Hugo Chávez, según él, por la “legítima” victoria electoral parlamentaria que Chávez acaba de lograr.

Según las cifras oficiales (las del poco transparente Chávez), tres de cada cuatro venezolanos se negaron a votar, ante la evidencia de existencia de trampa en las trucadas máquinas electrónicas utilizadas por Chávez en reemplazo de las tradicionales urnas. Según las cifras de la oposición, solo un 19% concurrió efectivamente a votar, o sea menos de uno de cada cinco venezolanos.

Cualquiera sea el guarismo que se elija, la “victoria” de Chávez no tiene nada de “legítima”. Está totalmente de espaldas a la enorme mayoría de su pueblo.

Si se mira lo sucedido fijamente, esto es con los dos ojos, queda absolutamente claro que los venezolanos (en su inmensa mayoría) no legitimizaron la compulsa hecha por Chávez, nada menos que por fraudulenta. Todo lo contrario, entonces, de lo que dice Kirchner, que está nuevamente empeñado en su deporte favorito: el de reescribir mendazmente la historia, presentándola no como ésta es, sino como él quiere que sea.

Pero ya lo conocemos y, más allá de las intimidaciones que no cesan de venir, ahora a Kirchner le entran todos los proyectiles y no luce “invulnerable”, sino todo lo contrario. Buenas noticias, porque la gente está empezando a darse cuenta de quién efectivamente es el verdadero Néstor Kirchner: un populista, con perfiles autoritarios cada vez más notorios. © www.economiaparatodos.com.ar




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