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viernes 13 de diciembre de 2013

Olas de saqueos y desidia presidencial

Olas de saqueos y desidia presidencial

El día en que se cumplían 30 años del inicio de la democracia encontró al país sumido en una ola de saqueos que ha provocado, hasta ahora, más de una decena de muertos

Todo comenzó la semana pasada con un conflicto policial en Córdoba. El gobierno nacional quiso desentenderse en un primer momento y no atendió los pedidos de auxilio de las autoridades provinciales, pero en cuanto la violencia se desató intentó volver sobre sus pasos. Para entonces, fuerzas policiales de otras provincias ya habían parado y los saqueos se extendían por buena parte del país.

¿Qué hay detrás? Al margen de delincuentes comunes y activistas de sectores políticos marginales que nunca faltan, la tensión revela un problema social que permanecía oculto o latente. Es una realidad innegable que los salarios de muchos policías provinciales son muy bajos. Esto no justifica que de la noche a la mañana dejen indefensas a las sociedades que deben proteger, porque trabajan en una actividad esencial para la seguridad ciudadana, pero explica el origen de la cuestión.

En el fondo, lo que vemos son las consecuencias de la persistente y negada inflación, que se manifiesta con toda su crudeza cuando la economía no permite ya que los aumentos salariales la alcancen en su veloz carrera, porque el modelo económico se halla completamente agotado.

Junto a esto, es lamentable observar que, una vez desatados los saqueos, muchas personas que son simples vecinos hayan tomado ventaja de esa situación. Es este un triste indicador de la ruptura de lazos sociales y de anomia, sin duda potenciado por el pésimo ejemplo que viene de los estratos superiores del poder político.

Mientras millones de argentinos vivían una jornada de temor y zozobra, y algunos perdían la vida, la señora de Kirchner no sólo no suspendió los festejos organizados por los 30 años de la democracia, sino que aprovechó la ocasión para danzar como una colegiala en una fiesta de egresados.

El patetismo de la contraposición de imágenes no pudo ser más oprobioso. Todo ello agravado por un discurso que le imprimió al acto un inequívoco sesgo partidario, demostrando que la supuesta política de ‘paz y amor’ no era más que una mascarada para ganar tiempo. La Argentina necesita gestos sinceros de grandeza y generosidad, no muecas dictadas por la hipocresía

Si todo vale arriba, muchas personas lo decodifican como un permiso para que todo valga también abajo. La reconstrucción cultural será más larga y compleja que la reconstrucción económica.