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jueves 20 de julio de 2006

Paralelismo entre Isabel Perón y Vladimir Putin

Así como en la década de 1970 la presidenta argentina ordenó a las Fuerzas Armadas que aniquilaran a los subversivos, hoy el primer mandatario ruso ha dado órdenes de exterminar a los culpables de asesinar a cuatro diplomáticos.

Cuando, en la década de los 70, nuestra presidenta, Isabel Martínez de Perón, ordenó a las Fuerzas Armadas de nuestra Patria “aniquilar” al terrorismo personificado en la guerrilla que asolaba a la República, nunca se imaginó que -pocos años después- iba a tener un seguidor en Vladimir Putin, el eficiente presidente de la Federación Rusa.

Más allá de la enfermiza retórica que parece haberse apoderado de muchos de nuestros resentidos gobernantes -que jamás asignaron “responsabilidad” histórica alguna a doña Isabel (respondiendo, seguramente, a su pedido de no ser “atosigada”)- lo cierto es que la orden de “aniquilar” existió.

Aunque esa no sea -por cierto- la actual “historia oficial” de nuestro país, que sólo apunta -incansablemente- a castigar a los militares argentinos, para ella los únicos responsables de haber derrotado en su momento a algunos de los “encumbrados” de hoy. Por ello han redoblado los tambores del odio, sin advertir que el rencor sólo genera más rencor, alimentando un círculo vicioso. Ocurre que el rencor, según enseña la historia, no sólo no permite olvidar, sino que desplaza la posibilidad del perdón.

Frente al resentimiento están el perdón y el esfuerzo sincero por querer superar las ofensas. Pero siempre soplar a favor de lo que desune es más fácil que hacerlo en sentido contrario. Lastimar y ensañarse desde el poder es relativamente fácil, el grave problema es el efecto duradero de lo que se siembra, en términos de desunión social.

Por esto, el éxito del ponderable “ubuntu” sudafricano que, edificado sobre la generosidad, ha permitido el milagro de la reconciliación. Como dice Desmond Tutu: “La armonía social es -para nosotros- el “summum bonum”, el bien más grande. Todo lo que subvierta o mine este deseado bien debe ser evitado como la plaga. El odio, el resentimiento, la sed de venganza, hasta el éxito basado en la agresividad, es corrosivo para ese bien”.

Volvamos a Vladimir Putin.

En notable paralelo con nuestra curiosa doña Isabel (que, recordamos, tenía hasta su propio “Rasputin”, personificado en don López Rega), Putin ha dado instrucciones precisas a sus servicios secretos de “localizar y liquidar” a quienes fueron los asesinos que terminaron con las vidas de cuatro diplomáticos rusos que fueron secuestrados en Bagdad y murieron decapitados luego de ser torturados por largas horas, a comienzos de junio pasado.

En justicia, los crímenes de los terroristas -de lesa humanidad- no debieran nunca quedar impunes. Pero no siempre es así. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).




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