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jueves 14 de octubre de 2004

¡Por favor, que el Estado no me cuide más!

¿Cuál es la razón por la que el Estado está más capacitado para cuidarnos que nosotros mismos? A juzgar por los resultados, como por ejemplo que nuestros ahorros depositados en las AFJP se hicieron humo gracias a que el Estado las obligó a invertir en bonos que ahora decidió no pagar, sería mejor que cada uno cuidara de sí por sus propios medios.

Dos temas totalmente distintos me movieron a escribir esta nota, porque realmente me siento en peligro cada vez que el Estado toma alguna medida para cuidarme.

El primero tiene que ver con la obligatoriedad que acaba de establecer el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de utilizar cinturones de seguridad en los automóviles particulares.

Mientras iba manejando en mi auto, con el cinturón de seguridad puesto, escuchaba por la radio a una funcionaria del Gobierno de la Ciudad explicar por qué causa es obligatorio utilizar el cinturón. Obviamente, el argumento de fondo es que al utilizar el cinturón de seguridad podemos salvar nuestras vidas en caso de un accidente. Mientras escuchaba a la funcionaria pontificar sobre el uso del cinturón, veía a los pasajeros de los colectivos viajando como ganado, bamboleándose al ritmo de los bruscos movimientos que hacía el conductor para pasar de un carril a otro. También veía a los colectivos parando en cualquier lado menos junto a la vereda y tomando a los semáforos como arbolitos de navidad que solo emiten luces de distintos colores para entretenimiento de los conductores, pero no para indicar si hay que parar o seguir.

Frente a semejante caos vehicular y peligrosísimos medios de transporte, ahora sale un funcionario a “cuidar” nuestras vidas obligándonos a utilizar el cinturón de seguridad.

Según la funcionaria, la obligatoriedad del uso del cinturón está por encima del derecho individual de utilizarlo o no, porque si hay un accidente el Estado tiene que destinar recursos de la comunidad para atender a aquellos poco “precavidos” conductores que no usan el cinturón de seguridad. Si este argumento tuviera algo de solidez, entonces, el Estado debería obligarnos a usar la bolsa de agua caliente y mucho abrigo en invierno para no enfermarnos. De esta manera se evita el costo para el contribuyente de que vayamos al hospital a atendernos por una gripe o pulmonía. También el Estado debería establecernos una dieta que nos impida aumentar de peso porque eso afecta el corazón y no sé cuántas cosas más. Si nos enfermamos por comer mucho y mal, entonces, tenemos que ir al hospital y eso implica un costo para el contribuyente.

Yo me pregunto: ¿nos estarán cargando cuando utilizan estos argumentos o realmente estarán convencidos de lo que dicen? Porque cuando sale alguna regulación ridícula siempre hay alguien que sale ganando.

En fin, mi última reflexión al respecto es: ¡cómo me gustaría tener una fábrica de cinturones de seguridad! Sería un inmejorable negocio gracias a que el Estado nos cuida cuando viajamos en auto. Y, estimado lector, por favor, no vaya a ser malpensado y diga que seguro que ya hay algún funcionario que tiene alguna fábrica de cinturones de seguridad o que hubo algún lobby que impulsó esta medida. ¡Esas cosas en la Argentina nunca ocurren!

El otro tema tiene que ver con nuestra futura jubilación. Todo parece indicar que el Estado está preocupado por el futuro de nuestras jubilaciones e introducirá algunos cambios para asegurarnos una vejez digna.

Una vez más el Estado, ese mismo que nos confiscó los ahorros en las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), viene a cuidarnos porque considera que los ciudadanos somos los suficientemente torpes como para no prever nuestro futuro. Por eso, como aparentemente somos unos dispendiosos y no sabemos invertir adecuadamente nuestros ahorros para cuando llegue el momento de retirarnos, el Estado vela por nosotros obligándonos a aportar parte de nuestros ingresos y a invertirlos en lo que los funcionarios públicos, esos mismos que licuaron nuestros ahorros, consideran más seguro.

Es curioso el razonamiento de los políticos. Cuando hay que votar y decidir sobre temas tan complejos como la economía, la seguridad y la política internacional, la gente es inteligente y el voto soberano es sabio. Ahora, cuando se trata de elegir nuestra manera de ahorrar para cuando seamos viejos, dejamos de ser sabios para transformarnos en unos seres torpes que necesitamos de la inteligencia suprema de los políticos para no terminar en la indigencia. Prueba de la fenomenal visión de futuro que tienen los funcionarios públicos son las suculentas jubilaciones que hoy reciben los actuales jubilados o el fenomenal incremento que tuvieron nuestros ahorros en las AFJP luego de que el Estado las llenara de bonos.

Nuestros abuelos solían armar su jubilación comprando viviendas para luego alquilarlas y así tener una renta durante su vejez. Hasta que vino el Estado a proteger a los inquilinos con la nefasta ley de alquileres, dejando a nuestros abuelos en la miseria más absoluta. ¿Quién no recuerda que, gracias a la ley de alquileres, nuestros abuelos no podían desalojar a inquilinos que no les pagaban el alquiler? ¡Linda manera de protegerlos!

Hoy, vuelven a llenarnos de bonos de un Estado defaulteado porque eso es bueno para nosotros, mientras la provincia de Santa Cruz mantiene sus ahorros en algún lugar secreto en el exterior y en moneda dura. Me pregunto: ¿por qué es bueno para la provincia de Santa Cruz tener su dinero en el exterior a salvo de las garras del Estado nacional y es malo para nosotros ahorrar en el exterior? ¿Por qué no nos dejan elegir la forma de jubilarnos y no le permiten a las AFJP invertir todos los recursos de sus afiliados en el exterior?

En síntesis, cada vez que el Estado viene a cuidarnos, tiemblo. Porque seguro que nosotros terminamos estafados. © www.economiaparatodos.com.ar




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