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lunes 30 de noviembre de 2009

¿Qué podemos esperar después del 10 de diciembre?

¿La oposición será capaz de articular un frente de resistencia contra el kirchnerismo? ¿Los nuevos diputados y senadores podrán ponerle un freno al afán destructor de Néstor y Cristina?

En breve asumirán los nuevos diputados y senadores nacionales que fueron electos el 28 de junio pasado. El cachetazo que ese día recibió el kirchnerismo en las urnas fue tan contundente que, por unos días, levantó el ánimo de la gente, saturada de tanta prepotencia y soberbia. Pero ya han pasado 5 meses y en el transcurso de ese tiempo fue imposible lograr que las fuerzas opositoras lograran un acuerdo mínimo de políticas públicas de largo plazo para, al menos, mostrarle a la sociedad que existen ciertos acuerdos mínimos para reconstruir el país luego que termine de pasar la cuadrilla de demolición que es el kirchnerismo.

Un dato a tener en cuenta hacia el futuro: antes de asumir, ya existe una división entre quienes proponen que la oposición se una y asuma la presidencia de la Cámara de Diputados y de las comisiones, mientras otra parte dice que hay que respetar la tradición que indica que la primera minoría tiene que tener la presidencia de Diputados.

Francamente, no entiendo esta segunda postura. Y no la entiendo porque el kirchnerismo ha dado acabadas muestras de subordinar todo a sus ambiciones hegemónicas. ¿Qué tradición hay que respetarles a los Kirchner si adelantaron las elecciones a su antojo, inventaron las candidaturas testimoniales al punto que hoy más de 20 diputados testimoniales electos que no asumirán sus bancas, regulan los precios y tarifas de las empresas para ahogarlas económica y financieramente para que luego tengan que venderlas por monedas o simplemente entregarles la llaves, hicieron de los cargos de diputados y senadores un mercado persa y el listado sigue? Estas y otra inmensidad de atropellos institucionales indican que sería una irresponsabilidad otorgarles un mínimo de poder porque han demostrado que solo saben utilizarlo para beneficio propio y en detrimento del sistema republicano. No se trata de cazar al caníbal y comérselo. Se trata de no darle el cuchillo y el tenedor para que nos coma a nosotros. Por otro lado, dudo que alguien que haya votado contra el kirchnerismo vea con buenos ojos que sus diputados electos terminen votando a favor de un kirchnerista para que ocupe la presidencia de la Cámara de Diputados. Casi diría que votar a favor de un presidente kirchnerista en la Cámara de Diputados implicaría traicionar el voto que le otorgó la gente el 28 de junio.

El respeto se gana por el comportamiento que uno tiene. Por sus conductas. Y nada ha hecho el matrimonio para ganarse el respeto porque su conducta se ha basado en el patoterismo, la prepotencia y los discursos agresivos y descalificadores (ejemplo, la famosa protesta de las cuatro por cuatro).

Tan es así que Néstor Kirchner acaba de afirmar que si no consiguen lo que quieren en el nuevo Congreso tienen la calle para manifestare. ¿Acaso piensa Kirchner que si D’Elía y Moyano salen a la calle con sus fuerzas de choque conseguirá más inversiones, más puestos de trabajo, mejores remuneraciones para los empleados, menos pobreza e indigencia? Esta sola declaración da la pauta que Kirchner no está pensando en construir un país si no en salvar su propio futuro. Sería bueno que la oposición en su conjunto advierta que Kirchner sabe que no tiene los votos de la gente y que quiere imponer su voluntad con la prepotencia en la calle. ¿Bajo esas condiciones van a darle el voto a un kirchnerista para que sea presidente de la Cámara de Diputados?

Mi impresión es que claramente Kirchner se siente acorralado. Sabe que tanto él como Cristina tienen una imagen negativa del orden del 60% y la positiva apenas araña el 20%. Sabe que si pierde el poder le espera un tsunami de juicios por casos de corrupción. En definitiva, sabe que, salvo un milagro, a más tardar en el 2011 el kirchnerismo será historia y tendrán que visitar Comodoro Py más veces de las que visitaron El Calafate en todos estos años.

¿Qué puede esperarse entonces a partir del 10 de diciembre? En primer lugar, seguramente el Congreso entrará en el freezer hasta marzo del año que viene, de manera que, de aquí a marzo, podemos esperar todo tipo de arbitrariedades para tratar de sobrevivir. Esto significa una economía languideciendo. Con serios problemas de desocupación, pobreza e indigencia aumentando.

En segundo lugar, llegado marzo, si la oposición se uniera y comenzara a sancionar leyes que no sean del paladar del oficialismo, Cristina tendrá que dedicarse a vetar todo lo que no le guste. En este escenario la conflictividad será creciente y el país quedará más paralizado porque, de acuerdo a las palabras de Néstor, si no tienen las leyes que ellos quieren sacarán la gente a la calle (en otras épocas se decía que salían los tanques a la calle). Puesto de otra manera. A pesar de tener un fuerte y amplio rechazo de la población. A pesar de haber perdido la mayoría en el Congreso, el matrimonio está dispuesto a usar la prepotencia para imponer su voluntad.

Cualquier economista medianamente formado sabe que la economía no se basa solamente en analizar la evolución de los agregados monetarios, los indicadores fiscales o del sector externo, que por cierto dan horrible. No hay economía que pueda funcionar en medio de una conflictividad política y social crecientes, sin respeto por los derechos de propiedad y sometida a la incertidumbre de los caprichos del gobernante de turno. Ni la brisa de cola que viene del exterior puede frenar el huracán de incertidumbre y conflictividad que viene del frente interno y que promete ser mucho más intenso en el 2010.

Para ser sincero, no me hago muchas ilusiones con el cambio de Congreso el próximo 10 de diciembre, salvo que la oposición esté dispuesta a jugarse en serio para demostrarle al matrimonio que cumple con el mandato de las urnas y así decirles: “Hasta aquí llegaron”.

Una forma de marcar un límite sería elegir a un presidente de la Cámara de Diputados que no responda al kirchnerismo. ¿El argumento? Muy sencillo, señalarles: “Ustedes han dado acabadas muestras de que usan el poder para beneficio propio y en perjuicio de la gente. No son dignos de ocupar ese cargo”.

Si esto no ocurre, la cuadrilla de demolición kirchnerista continuará implacablemente su tarea y sólo Dios sabe lo que quedará de la Argentina poskirchnerista. © www.economiaparatodos.com.ar

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