Mientras Kirchner continúa con su implacable persecución y humillación a las Fuerzas Armadas argumentando que busca justicia, vemos cómo grupos piqueteros adictos al gobierno hostigan a López Murphy en su campaña electoral o salen a copar estaciones de servicio. Me pregunto: ¿qué habrá detrás de estos intentos por desmembrar a las Fuerzas Armadas y darle vuelo a los grupos de choque? ¿Se busca justicia o se busca otra cosa?
Si el animal tiene cabeza de león, cuerpo de león y cola de león, seguramente que es un león, de la misma forma que si se presenta desvirtuada la historia, si se violan principios básicos de defensa de las personas y se ataca insistentemente a las Fuerzas Armadas sin mencionar una sola vez las atrocidades que cometieron los terroristas, nadie va a creer que lo que se busca es justicia.
Tan desvirtuada se presenta la historia que la izquierda nacional y los idiotas útiles de siempre pretenden hacernos creer que hasta el 24 de marzo de 1976, es decir durante el gobierno peronista de Perón y su mujer Isabelita, el país era un jardín de paz y amor y que el 24 de marzo de 1976 una docena de generales se levantó de mal humor y decidió dar un golpe de Estado para empezar a matar gente.
La verdad histórica es que se llegó al 24 de marzo de 1976 porque la dirigencia política argentina dominante de ese momento hizo lo imposible para que el país cayera en una orgía de sangre. En marzo de 1973, decidió liberar a los terroristas, que habían sido enjuiciados y sentenciados, para que volvieran a poner bombas, secuestrar, asesinar y extorsionar para financiar sus fechorías. Los jóvenes idealistas querían tomar el poder por las armas para establecer una dictadura comunista. Cuando esa dirigencia política vio que las cosas se le habían ido de las manos y no podía tener el más mínimo control del demonio que había desatado y estimulado, se asustó porque vio en riesgo su propio pellejo y dijo no tener la solución en sus manos. Dicho más directamente, ninguno de ellos quería hacerse cargo del gobierno porque la orgía de sangre desatada por los grupos terroristas era tan grande, apoyada por el mismo Fidel Castro que hoy parece ser el ídolo del gobierno de turno, que prefirieron que las Fuerzas Armadas se hicieran cargo del desastre que habían hecho ellos. El 24 de marzo de 1976 la dirigencia política dijo: agarramos el país, lo destrozamos y ahora no sabemos qué hacer con los pedazos que quedaron, así que, señores militares, vengan y arreglen este lío.
Por supuesto, hoy van a decir que jamás pidieron semejante cosa, pero lo cierto es que con su accionar dejaron indefensa a una sociedad que estaba jaqueada por el intento terrorista de establecer una dictadura comunista y ellos mismos tuvieron miedo por su propia integridad física si los montoneros y el ERP llegaban al poder. Sólo hace falta mirar hacia Cuba para saber cómo hubiera sido la persecución política, las torturas, los asesinatos y la falta de libertades civiles si los muchachos que entrenaba Fidel hubiesen tomado el poder por las armas. Es fácil de imaginar lo que sentía la dirigencia sindical y política cuando vio cómo los terroristas mataban a Mor Roig y a Rucci antes del 24 de marzo de 1976. Sabían que esos chicos idealistas que ellos habían apañado también iban por ellos. En 1997, Miguel Bonasso, ex jefe de prensa de los montoneros, dijo: “Cometimos algunos errores… en lugar de matar a Rucci tendríamos que haber matado a López Rega”. Ellos, los terroristas, se arrogaban el derecho a decidir quién podía vivir y quién debía morir.
Pero, de nuevo, ¿fue a partir del 24 de marzo de 1976 que empezó la violencia? No. Sólo basta recordar que cuando Perón llegó definitivamente al país, no pudo aterrizar en Ezeiza porque el ala de izquierda del peronismo se había agarrado a tiros con el ala fascista del mismo partido. Colgaron y fusilaron a la gente en los bosques de Ezeiza en una orgía de sangre entre las dos facciones peronistas que querían copar el poder.
También fue antes del 24 de marzo de 1976 que Perón, luego del asesinato de Rucci, llamó a los diputados díscolos de izquierda y les dijo que si no le aprobaban las leyes para reprimir al terrorismo él iba a combatirlo de otra manera. ¿Cuál fue esa otra manera? Crear la Triple A que dirigía López Rega. Un grupo clandestino que operaba de la misma forma que operaban los terroristas. Secuestraban y mataban.
¿Cómo pueden desvirtuar tanto la historia al punto de no señalar que los terroristas fueron a la Plaza de Mayo a insultar a Perón y éste los echó de la plaza llamándolos imberbes? ¿A quién quieren hacerle creer que no fue antes del 24 de marzo de 1976 que se desató el combate abierto de terrorismo y represión?
Que quede en claro: nadie en su sano juicio puede estar de acuerdo con torturar y hacer desaparecer personas. Pero, francamente, es muy difícil de creer que esta persecución a las Fuerzas Armadas tenga como objetivo la justicia, desde el mismo momento en que se recurrió a un acto claramente inconstitucional como el de anular leyes. Semejante disparate jurídico habla por si sólo de hasta dónde están dispuestos a llegar para buscar venganza en vez de justicia. Como la derogación de una ley no permitía seguir la persecución, optaron por inventar la anulación de una ley.
Nadie puede creer que Kirchner busca justicia cuando utiliza a un general de la Nación para descolgar un cuadro, denigrando a la institución. Porque si el objetivo era sacar los cuadros, no hacía falta que un general tuviera que hacer el ridículo de subirse a un banquito. El objetivo podía cumplirse perfectamente con un ordenanza. Pregunto: ¿qué quería Kirchner?, ¿bajar los cuadros o que un general hiciera el ridículo?
Tampoco puedo creer que Kirchner busque defender los Derechos Humanos mientras no se pronuncie categóricamente en contra de las declaraciones de Hebe de Bonafini, como cuando dijo que el Museo de la Memoria no servía si no se exponían los fusiles que habían utilizado los guerrilleros.
Menos puedo creer que se busque realmente defender los Derechos Humanos cuando de los labios de Kirchner jamás escuché la más mínima frase condenando los asesinatos que cometieron los guerrilleros.
En síntesis, sabemos que esta persecución y campaña de desprestigio de las Fuerzas Armadas no tiene como objetivo la búsqueda de la justicia y la defensa de los Derechos Humanos. Lo que no sabemos a ciencia cierta es cuál es el fin último de tanta arbitrariedad. © www.economiaparatodos.com.ar |