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lunes 26 de noviembre de 2007

Vivir responsablemente la paternidad

Es impensable predicar la responsabilidad si nuestra vida no es un reflejo de transparencia construida a diario. Y los jóvenes no ganan más que confusión si observan en sus adultos una dualidad que les quiebra toda esperanza de crecer entusiasmados por el futuro.

Vivir responsablemente la paternidad es vivir responsablemente la vida.

En estos tiempos de tanta confusión, cualquier intento de definición suena a imposición, a arbitrariedad. Sin embargo, es en la oscuridad donde más se necesita luz, claridad de las ideas y convicción de poder vivir acorde a lo que se piensa. Por eso, sostengo que los padres, como adultos, primero debemos tener claro el horizonte, para luego orientar, a partir de nuestro testimonio de vida basado en el obrar cotidiano. Esto es lo que ven nuestros hijos y aprenden.

La responsabilidad está necesariamente unida a la coherencia. Es impensable predicar la responsabilidad si nuestra vida no es un reflejo de transparencia construida en el día a día. Esto debe interrogarnos profundamente sobre nuestro decir y nuestro hacer. Una de las confusiones más hondas que tienen los jóvenes en la actualidad es ver en los adultos esta dualidad que quiebra toda esperanza de crecer entusiasmados por el futuro.

“… Lo que más me asusta es cómo va a ser esto (refiriéndose al abuso de alcohol en adolescentes) cuando nosotras seamos las madres, concluye Delfina de 18 años mirando al horizonte…”

(Por qué los jóvenes abusan del alcohol, diario La Nación, Información General, Mariano Wullich y Adriana M. Riva, 22 de enero de 2007).

La madurez, sinónimo de responsabilidad, implica hacerse cargo de las acciones que uno realiza. No es responsable un padre que espera de otros soluciones o respuestas que son propias de su tarea y, por ende, indelegables. A veces me pregunto si esta vocación es una carga o una bendición. La respuesta será distinta y cada uno sabrá escuchar que le dice su corazón.

En este sentido, comprenderemos si es la alegría o la preocupación lo que nos acompaña en nuestra responsabilidad cotidiana. Desde ese lugar, también estaremos dando testimonio y alimentando las ganas de nuestros hijos de formar sus propios hogares.

No puedo dejar de compartir una anécdota de un viaje en tren, donde escuché el diálogo de un joven de 27 años que le decía a una compañera de ruta, de unos 50 años, que estaba de novio, pero que no tenía ganas de casarse: “Estoy muy cómodo en casa”., dijo. A lo que ella le respondió: “¡Hacés bárbaro! ¿Para qué te vas a casar? Después vienen los problemas”. ¿Es responsable transmitir estos mensajes a nuestros hijos y luego pedirles que maduren y se hagan cargo de sus vidas?

Por último, creo que el aspecto clave de la responsabilidad es el compromiso. Llegó la hora de actuar. ¿Para qué sirve seguir analizando lo que todos ya sabemos? La gran diferencia está en hacer lo que nadie se anima: ser padres protagonistas de los cambios, padres líderes.

Así, creemos que vale la pena apostar a sostener los sueños en el tiempo y pensar que es posible una comunidad en donde podamos aportar nuestros proyectos en pos del único objetivo que tenemos los padres: intentar que nuestros hijos puedan crecer felices y esperanzados, sonriéndole al futuro y convencidos de que les espera una vida mejor que la presente.

Los invitamos a recordar aquello que alguna vez nos llevó a crear la Fundación Proyecto Padres hace ya cinco años: siendo mejores padres, podemos educar mejores hijos y entre todos formar mejores argentinos.

Esto dejó de ser un sueño y espera a muchos padres que quieran poner manos a la obra para dejar de hablar de responsabilidad y, simplemente, vivirla. © www.economiaparatodos.com.ar

El licenciado Adrián Dall’Asta es director ejecutivo de la Fundación Proyecto Padres.

 

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