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jueves 18 de octubre de 2007

El control de cambios

En lugar de proteger al país, como argumentan sus defensores, el control de cambios mutila las capacidades de exportar y de ahorrar en moneda nacional, además de impulsar la fuga de divisas y debilitar las inversiones.

En noviembre de 1988, hace casi diez y nueve años, la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) presentó un interesante estudio que tituló “El control de cambios en la Argentina. Liberación cambiaria y crecimiento”. La dirección técnica del trabajo estuvo a cargo de Enrique Szewach, en ese entonces economista jefe de la institución, y contó con el asesoramiento general del doctor Roberto T. Alemann, quien además fue autor del prólogo de la edición impresa que se publicó en abril de 1989.

Creo que es oportuno volver sobre el tema del control de cambios en la Argentina y tomar como referencia ese estudio, de increíble actualidad, cuando estamos próximos a cumplir el sexto aniversario de esta nueva experiencia que se inició en la Argentina a principios de 2002, por supuesto sin tenerse en cuenta los funestos resultados de sus antecedentes.

Precisamente, el 8 de febrero de 2002, con las firmas del presidente Eduardo Duhalde y las de Jorge Capitanich y Jorge Remes Lenicov, el Poder Ejecutivo nacional dictó el decreto número 260, en cuyo artículo primero se estableció el funcionamiento “de un mercado único y libre de cambios por el que se cursarán todas las operaciones de cambio en divisas extranjeras”. Y en su artículo dos decía que “las operaciones de cambio en divisas extranjeras serán realizadas al tipo de cambio que sea libremente pactado y deberán ajustarse a los requisitos y a la reglamentación que establezca el Banco Central de la República Argentina”.

Ese mismo día, y en cumplimiento de lo dispuesto, el Banco Central emitió la Comunicación “A” 3471 – CAMEX 1-326, con las firmas de Jorge L. Rodríguez, gerente de Exterior y Cambios, y de Raúl O. Planes, subgerente general de Operaciones, en la que se informaba que a partir del 11 de febrero de 2002 “operará un Mercado Único y Libre de Cambios” y que “el tipo de cambio resultará del libre juego de la oferta y la demanda”. Se agregaba, en doce ítems, las primeras disposiciones de un estricto control de cambios. A estas normas iniciales de un sistema realmente dantesco, se agregó luego, en los años siguientes, un largo e interminable listado de preceptos, con la advertencia siempre presente de que “las operaciones que no se ajusten a lo dispuesto por la normativa cambiaria se encuentran alcanzadas por el Régimen Penal Cambiario”.

Así comenzó esta nueva etapa del control de cambios en la Argentina, que cuadra perfectamente en el resumen que el doctor Alemann presenta en un párrafo inicial del prólogo del estudio de FIEL: “Las regulaciones a los pagos externos ordenan y prohíben que los residentes del país cobren y paguen de determinada manera en divisas, como si éstas fueran propiedad exclusiva de las autoridades, cuando en realidad pertenecen legítimamente a cada titular. El control de cambios se instaló en 1931 en la Argentina al margen de la Constitución Nacional, que no lo prevé en ninguno de sus artículos y al margen también de los códigos fundamentales que norman las obligaciones de dar dinero en pago”.

Más adelante, agrega: “El resultado de más de medio siglo de regulaciones, apenas interrumpidas en varios períodos de pocos años, está a la vista. En lugar de proteger al país, el control de cambios lo agredió en sus fibras vitales, cuales son sus capacidades para exportar y ahorrar en moneda nacional. Las finanzas públicas derruidas y deficitarias, la moneda desquiciada, el ahorro que huye al exterior, las inversiones debilitadas que responden a señales equívocas y la economía nacional que crece a un ritmo sensiblemente inferior a su potencial y a las preferencias de consumo y ahorro predominantes de la población. La fuga de los ahorros y la emigración de los argentinos jóvenes y capaces al exterior han sido las dramáticas consecuencias del control de cambios”.

En otro párrafo brillante de su nota, Alemann realiza un análisis que tiene hoy una sorprendente actualidad y por eso aumenta enormemente su valor: “La pretendida defensa de las divisas ganadas por el país ahogó la proverbial capacidad para exportar de la Argentina, donde sobran recursos naturales y donde vive una población apta, instruida y educada que sabe dónde invertir y cómo exportar si las autoridades la dejan. En lugar de estimular las exportaciones, el control de cambios sólo excitó las importaciones más allá de la capacidad tan reducida de pagos que le quedó al país tras más de cinco decenios de controles cambiarlos”.

Luego continúa con esta realista advertencia: “Que nadie se llame a engaño: el control de cambios es la señal más clara que los agentes del mercado interpretan para evadir y eludir el pago de los impuestos y para demandar moneda espuriamente generada en reemplazo de los ahorros propios que se colocan afuera. Ningún operador en los mercados así lo proclama en público, pero todos saben cuál es la conducta a seguir cuando prevalecen condiciones de control de cambios. El doble discurso de sostener una postura en público y actuar distinto, tan característico de muchos políticos e intelectuales, es propio de la conducta de los agentes del mercado, cuando prevalece el control de cambios. Trátase por cierto de una conducta muy racional, que interpreta correctamente las señales que emite ese control y actúa en consecuencia, deprimiendo los ingresos fiscales genuinos y aumentando los gastos innecesarios del Estado”.

Alemann termina su presentación con la siguiente conclusión: “La investigación de FIEL demuestra claramente que la Argentina necesita abolir el control de cambios para insertarse en un mundo que abate restricciones y obstáculos a las relaciones económicas internacionales, donde cada país negocia en defensa de sus legítimos intereses y donde los pagos entre residentes de distintos países ya no se prohíben ni se ordenan, sino se permiten libremente para inmediato beneficio de las economías y sociedades, cuyos gobiernos se encaminan por el sendero del crecimiento económico con bienestar para todos y no unos pocos”.

Sirvan este recuerdo y los textos transcriptos como homenaje a la persona del doctor Roberto T. Alemann, claramente distinguido por su permanente y generoso aporte a la lucha por la verdad y la libertad. También debe reconocerse la oportuna e histórica decisión de FIEL de encarar y llevar a cabo un estudio de tanta importancia y trascendencia que sigue hoy teniendo significativa vigencia.

Quizás esta evocación pueda servir para poner nuevamente sobre la mesa los fundamentos de una decisión que no debe demorarse más: la abolición definitiva del control de cambios en la Argentina. Queda esta acción en manos de quienes sean elegidos para conducir los destinos de nuestro querido país el próximo domingo 28 de octubre de 2007. Que así sea. © www.economiaparatodos.com.ar

José Alfredo Nogueira es corredor de cambio y autor del libro “Las Reglas del Juego. Mercado de Cambios y Operaciones con Divisas” (Editorial Argenta).

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